Cuando me mudé a Chile, me dije a mi misma que quería conocerlo de norte a sur, y luego de 5 años viviendo ahí, solo me faltaba conocer la región de los lagos, así que, cuando Daniela mi hermana me dijo que me iba a venir a visitar, sentí que era la ocasión perfecta para conocer a Valdivia, una ciudad al sur de Chile de la que siempre me han hablado como una de las más lindas del país. Apenas Daniela llegó a Santiago al día siguiente estábamos rumbo a Valdivia. Fuimos en el mes de junio, época de lluvia y frío, para lo cual yo estoy acostumbrada pero mi hermana no lo está: viene de Venezuela, un país tropical, con una temperatura bastante constante durante todo el año. Sin embargo, se llevó toda la ropa más abrigada que había traído y aguantó el clima como una campeona. Bueno, llegamos a Valdivia y lo primero que hicimos fue ir a la “Última Frontera”, un lugar para comer que nos habían recomendado muchísimo y nos encantó porque tiene un ambiente bohemio y la comida divina. Nos quedamos en un hospedaje familiar, a unos 15 minutos del centro, así que podíamos ir caminando a todas partes.
Día 1
El día siguiente fuimos a la costanera, que está al lado del río Valdivia en donde se encuentra el “mercado fluvial”, que tiene una selección de mariscos y pescados muy variada lo cual atrae también a los lobos marinos. Déjenme explicarle, mientras paseábamos por la costanera, literalmente nos conseguíamos con lobos marinos subiendo las escaleras que van del río a la calle y se veían “caminando” por la calle como unos turistas más. Para los que no les provocaba caminar por la calle, hay unos pequeños compartimientos al lado de los pescadores, en donde los vendedores más generosos les regalan pescados. Es de las cosas más bizarras que habíamos visto, y naturalmente nos empezamos a tomar “selfies” con ellos hasta que uno estornudó tan fuerte que hizo que Daniela saliera corriendo despavorida.
Luego de esta experiencia, cruzamos el puente hacia la Isla Teja para visitar el jardín de la Universidad Austral y es de los jardines más lindos que he visto. Qué suerte para los estudiantes de esa universidad que pueden verlo durante todas las estaciones del año con sus distintas tonalidades! Nosotros lo recorrimos en otoño: los árboles tenían tonos amarillos, naranjas y todavía quedaba algo de verde así que era un completo abanico de colores. Este parque cuenta con 950 especies de flora y tiene varias secciones: Jardín de Mirtáceas, de Proteáceas, comunidades de Chile Central, Bosque Magallánico, plantas medicinales, Coníferas chilenas y el Bosque Valdiviano así que estuvimos un largo rato paseando y admirando toda la variedad de flores y plantas.
Luego al salir de la universidad fuimos al Parque Saval, otro parque que está lleno de esculturas de distintos artistas plásticos y que se prestan para una sesión de fotos porque son bastante interactivas y al pasar por un puente de madera llegamos a la mayor atracción: el lago con las flores de loto, aunque en esta época del año no se apreciaban tanto. Lo positivo de ir a conocer ciudades en temporada baja, es que hay poca gente y esto nos daba la libertad de recorrer los sitios y disfrutarlos sin tropiezos.
Del parque Saval, tomamos un bus hacia Niebla, una localidad costera donde nos habían dicho que había una feria costumbrista. Desde Isla Teja tardamos una media hora y al llegar encontramos todo desolado y sin rastros de la feria. Nos bajamos del bus y éramos las únicas caminando por el lugar y cuando empezaron a caer las primeras gotas de lluvia entendimos el por qué. Caminamos hacia la playa para al menos verla y empezó a llover más fuerte así que estuvimos un ratito y decidimos irnos. De repente una señora salió de su casa y nos ofreció un café para calentarnos. Definitivamente la magia del sur y la amabilidad de su gente no tienen comparación.
Volvimos al centro y decidimos tomar una barcaza para recorrer el Río Calle Calle. La verdad es que esta es una buena manera de conocer Valdivia desde otra perspectiva y sobretodo uno de sus mayores atracciones, el puente Cau-Cau. Este puente fue construido con la finalidad de reducir la congestión que se produce entre Valdivia y el camino a la Costa Valdiviana, y además permitiría conectar la carretera de la salida norte de Valdivia con la costa sin necesidad de ingresar al centro de la ciudad. Los costos de su construcción fueron astronómicos, y a pesar de esto, se cometió un error de cálculo: los dos extremos del puente no se juntan, así que ningún auto puede pasar por acá! Lo curioso de todo esto, es que gracias a este error, el turismo fluvial para visitar el sector del puente ha aumentado un 16,6%. Luego de recorrer el resto del río decidimos descansar porque al día siguiente se venía otro día lleno de aventuras.
Día 2
Decidimos inyectarle un poco de adrenalina al viaje, así que nos fuimos a hacer kayac. Hay una empresa que se llama kayak3ríos que ofrece distintos recorridos por los lagos y decidimos hacer el que va por el río Cutipay el cual es poco transitado. Era la segunda vez que nos aventurábamos en un kayac. La primera vez que yo lo había hecho había sido en las Catedrales de Mármol en la Carretera Austral. Fue un paseo de 3 horas por unos paisajes frondosos y hermosos de la selva valdiviana y como éramos las únicas en el lago el agua reflejaba estos paisajes y la vista era bastante surrealista.
En el camino también nos conseguimos con unos cisnes, llamados cisnes cuello negro, mismo nombre que tiene una cerveza famosa en Valdivia. Luego del desastre ecológico del 2004, debido a la contaminación por las descargas de material hacia el río, de la planta de celulosa CELCO, ocurrieron una serie de cambios físicos, químicos y biológicos en el área, lo cual resultó en que el número de cisnes se redujera de seis mil aves a 500 cisnes. Es terrible como la codicia de estas empresas siga creando daños al medio ambiente.
Luego de recorrer las zonas más anchas del río, empezamos a adentrarnos a unos matorrales, en los cuales nos quedamos atascadas varias veces, pero logramos salir para llegar a una isleta donde comimos algo liviano y tomamos un café caliente, ya que igual que el día anterior, el tiempo estaba lluvioso y hacía frío. Hacer kayac es tremendo ejercicio para los brazos, porque luego de las 3 horas de estar remando estábamos muertas y hambrientas, así que fuimos a El Growler que tiene una variedad de cervezas artesanales que hacen en ese lugar, así que pedimos la degustación de las 5 vaciedades, y me las terminé tomando todas yo lo cual me dificultó llegar caminando al Hospedaje.
Dia 3
Al estar planeando el viaje, me conseguí con muchos programas de trekking por varios parques nacionales, pero luego de ver el clima y que la lluvia no cesaba, decidimos ir a Corral, para luego entrar a la Reserva Costera Valdiviana. Para llegar a la reserva, había que tomar una barcaza que nos dejaría en Corral. Lo que no sabíamos es que el parque estaba a varios kms del lugar, y cuando llegamos y preguntamos si había algún bus que llegara hasta allá, nos dijeron que justo habíamos perdido el bus de la mañana y que el próximo saldría a las 4:00 pm y era el último del día, así que la única opción que se nos ocurrió era hacer dedo a ver si llegábamos a tiempo al parque, lo cual no resultó ser tarea fácil. Al ser temporada baja y lluviosa, las calles estaban desiertas, y fue apenas luego de 20 minutos caminando que pasó el primer carro, que nos llevó hasta la mitad del camino. Nos bajamos y seguimos caminando esperando que pasara el siguiente carro. El lugar donde nos habían dejado se llamaba “Palo Muerto”. A lo lejos escuchábamos el ruido de una sierra; nos sentíamos en The Texas Chainsaw Massacre así que empezamos a apurar el paso para no ser asesinadas por Leatherface, y por suerte justo pasó un carro que nos dejó en frente del parque el cual estaba desierto.
Empezamos a tocar la puerta del guardaparque y nadie nos respondió a pesar de que salía humo de la chimenea así que podríamos asegurar que sí había alguien adentro. En fin empezamos a explorar por los alrededores y no había NADIE así que asumimos que no iba a ser posible hacer ningún sendero y que habíamos ido hasta allá por nada, hasta que divisamos a la primera persona que salió del parque y le preguntamos qué recorrido podríamos hacer que fuera corto porque teníamos que tomar el bus de las 4 si queríamos salir de Corral y nos dijo que había uno cerca llamado “Los Colmillos de Chalhuín” así que empezamos a caminar y una tropa de 3 perros nos empezó a seguir y les pusimos nombres: Jacob, Jacoby y Camila. Ellos serian nuestros compañeros de camino.
Caminamos unos 10 minutos por la carretera hasta que vimos el cartel que anunciaba la entrada del sendero y empezamos a caminar por unas plataformas de madera, rodeadas de un bosque húmedo y con varias plantas nativas del lugar. Seguimos caminando y nos conseguimos con una cascada hermosa en mitad del sendero que gracias a la abundante lluvia, estaba en su mayor apogeo y un poco más adelante llegamos a un mirador que permitía una hermosa vista hacia una playa y en donde se pueden observar “Los Colmillos”, unas rocas que emergen del mar. Ya había empezado a llover de nuevo así que estuvimos un rato y emprendimos el camino de vuelta. Éramos literalmente las únicas personas en la calle con la tropa de perros que nos acompañaban. Llegamos a un kiosko que estaba abierto y nos refugiamos ahí de la lluvia hasta que pasara el bus que nos llevaría de vuelta. Por suerte llegó, nos montamos, y volvimos a tomar la barcaza que nos llevó de nuevo a la civilización. Por cierto, nos sorprendió que la barcaza fuese tan económica. Si no me equivoco fueron 2 lucas (2000,00 pesos) por cada una y estaba súper bien cuidada y cómoda. Cuando llegamos de nuevo a la ciudad, fuimos a cenar y así despedirnos de otro viaje memorable.
Valdivia realmente es una joyita. Hay muchísimos programas que realizar y algún día me gustaría regresar en verano para recorrer mejor sus múltiples senderos y estoy segura que la ciudad se verá completamente distinta en otra época del año. Fue hermoso haber podido hacer tantas cosas en tan pocos días y poder recorrer tanto junto a Daniela, que es la mejor compañera de viaje porque está siempre dispuesta a cualquier programa loco que le proponga.